A 30 años del “lunes negro”, el mercado imparable de hoy pone nerviosos a los analistas
El Dow Jones rompió ayer la barrera histórica de los 23 mil puntos, mientras el S&P 500 continúa batiendo récords. Quienes vivieron el derrumbe de 1987 ven señales de alerta en el rally actual.
- T+
- T-
En 1987, el mercado era imparable. Así lo recuerda el hoy director de operaciones de UBS Financial Services en la Bolsa de Nueva York, Art Cashin, quien comenzó a trabajar en el mercado bursátil en 1959. Hace treinta años, tras una larga racha alcista, los socios senior ordenaban a los operadores “ir con más calma”, recuerda el ejecutivo, “pero el mercado seguía creciendo”.
Hasta que dejó de crecer. El 19 de octubre de 1987, las acciones en Estados Unidos se derrumbaron 23%, su mayor caída en la historia. En Chile, el IGPA cayó 6,43%. Era el llamado “lunes negro”.
El evento, que cumple tres décadas mañana, aún pena a la bolsa de EEUU, que este año ha roto récord tras récord, tras récord. Los títulos están más caros que nunca y la proporción de precio a ganancias, ajustada cíclicamente, está en niveles apenas inferiores a los previos al estallido de la burbuja de las punto com o el derrumbe de 1929.
Ayer, el Índice Industrial Dow Jones superó la barrera de los 23 mil puntos por primera vez en su historia, impulsado por los resultados de empresas como UnitedHealth Group y Johnson & Johnson. Se trata de la sexta barrera de mil puntos que ha destrozado el indicador en los últimos doce meses.
Quienes estuvieron presentes en ese histórico lunes de 1987 no descartan que hoy, pese a los mayores controles, pueda ocurrir un nuevo derrumbe. En entrevista con Financial Times, Caishin lo advirtió en palabras simples: “la última vez que estuvimos así, no terminó bien”.
El toro se estrella
La explicación más aceptada para lo que ocurrió en 1987 reside en los llamados “seguros de portafolio”: un mecanismo automático que vendía índices futuros ante una baja en los mercados para proteger a los fondos.
El exjefe de bonos de alto rendimiento en Trust Company of the West, Howard Marks, explicó a Bloomberg que el sistema “de alguna forma convenció a las personas de que podrían tener más acciones sin mayor riesgo (...) Como todas las balas de plata, no funcionó”.
En la sesión anterior al “lunes negro”, los mercados habían cerrado con una baja leve, que se profundizó en las primeras horas de ese 19 de octubre. La venta automática terminó por convertir un tropiezo en una caída estrepitosa.
Esa cadena de eventos no podría replicarse hoy, pero los expertos ven nuevas fuentes de riesgo en mecanismos modernos. El profesor de finanzas Hayne Leland, un pionero de los seguros de portafolio en la década del ‘80, dijo a FT que “las estrategias que compran cuando sube el mercado y venden cuando baja tienen una naturaleza similar”.
Por su parte, Laszlo Briny, fundador de Biriny Associates, quien vivió el derrumbe bursátil desde Salomon Brothers dice que su mayor preocupación “es la falta de un mercado central (...) Gran parte del tiempo no podemos ver lo que está pasando. Hay muchos centros de negociación y el sistema de reportes es mucho más difícil”.
Incertidumbre política
El nuevo récord del Dow Jones está lejos de ser un incidente aislado. Hace apenas dos semanas, el S&P 500 cerró su sexta sesión al alza, rompiendo un registro desde junio de 1997.
Pero 2017 ha sido la guinda de una torta que viene preparándose hace ocho años, gracias a una inundación de dinero a bajo costo emanado de las políticas monetarias ultra flexibles de la post crisis financiera. Las recientes señales de recuperación económica en el mundo desarrollado han acelerado ese salto.
La diferencia de este año es la mayor incertidumbre política. Los constantes escándalos que rodean al presidente Donald Trump; las accidentadas negociaciones del Brexit en el Reino Unido y la crisis catalana han golpeado a los mercados. Junto a ello, analistas ven que la posibilidad de un conflicto armado o una ruptura política en EEUU no están incorporadas en los precios de la bolsa.
Para Marks, la gran lección del lunes negro fue la necesidad de prepararse. El evento, dijo, “reforzó la idea de que cualquier cosa puede pasar en un mercado y no requiere un proceso racional”.